Comentarios de Adriana Amante sobre los cuentos incluidos en Por el Camino de Puan n° 3
Comentarios de Adriana Amante
Durante la presentación de nuestro tercer volumen, tuvo lugar una intervención de Adriana Amante en la que hizo comentarios sobre las obras incluidas en la revista. Aquí les dejamos una versión desgrabada de ese fragmento para su deleite. O bien pueden ver la presentación completa picando AQUÍ. |
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Cuando
leí los cuentos que están incluidos en este tercer número de Por el camino de Puan, lo primero que
empecé a sentir, aparte de pasarla bien metiéndome en el universo breve de cada
propuesta, de cada cuento, de los quince cuentos, era algo de lo que hablamos
siempre pero ahora quería tomarlo casi como un ejercicio de introspección de
todos: por qué desaprovechamos, para la escritura del ensayo y de la
monografía, lo que aparece en esos cuentos. Digo: esa misma persona que escribe
este cuento, puesto a escribir una monografía o un artículo crítico se le
agarrotan los dedos y probablemente tenga muchos más obstáculos para dejar
fluir cosas que en la ficción sí fluyen. Desaprovechamos libertad, vuelo,
osadía, todo esto encontraba yo en los cuentos. Cantera de recursos, voces,
tonos, registros que surgen cuando hacen ficción, cuando hacemos ficciones.
Como contrapartida, ese freno: ideo, pero, al momento de escribir, no puedo
escribir o escribo la remanida frase “El objeto del presente trabajo…”. Pero,
cuando hago un cuento, no pongo esa berretada.
Pensaba,
entonces, por qué no tomar los valores que arrojan estos cuentos para
trasladarlos a la escritura de la crítica, a la escritura del ensayo. Voy a
señalar ese rasgo cuento por cuento (no es lo único que tienen, claro, pero
recojo aquello que más tienen).
Del
cuento 31, de Manuel Félix Cantón, extraigo
la trama o lo tramado. De El propietario,
de Roberto Oscar Ipiña, lo absurdo. De Llamas,
de Julián Berenguel, la fantasía del lector letrado y el recorte y el cruce que
produce. De Toda luz se apaga, de
Ramiro Nahuel Bugarín, la conjetura, pero no cualquier conjetura, la conjetura
maníaca. De Camino del héroe, de
Edward Ravelo, la repetición y el tono del final. De Mauro Márquez, Regalar cigarrillos, rescato las voces,
cómo conectar o pasar de una situación a otra, cómo derivar de una voz a otra.
De Identidad, de Macarena Suárez, el
aluvión de la memoria o la memoria como aluvión. De Todo tiene un sentido, de Tomás Schuliaquer, la alternancia del
sujeto de enunciación así como el delirio y la desmesura, casi a lo Bruzzone.
De La novela de la noche, de Carolina
Parietti, la transición de un punto de vista a otro. De El coleccionista, de Pablo Redivo, la obsesión enumerativa de ese
coleccionista, que es una variante del obsesivo del maniaco y, digo, ¿el
crítico no lo es? De Un sol de noche,
de Daniela Giménez, de qué hablamos cuando hablamos de Filo, los que hablamos
en Filo, la relación entre eso, la diferencia, la similitud. De Ícara, de Melissa Cammilleri, el uso de
los dos puntos o la narración en segunda. De Lucy, de Silvina Kogna, la concisión. De La abuela chiquita, de Catalina Cabral Spuri, la percepción
agudizada del detalle, aun cuando no capte del todo lo que aparentemente está
pasando pero lo aborda, lo indaga, lo persigue. De La fábula del caracol de Almagro, de Belén González Johansen, la
idea del cuento, de la aclaración de “lo cuento” y de la fábula, me hacía
acordar cuando Noé Jitrik trabaja “El matadero” y dice “acá empieza lo cuento”.
De
todos, rescato el pulido, el hallazgo de un tono y, sobre todo, la actitud.
Link al video de la presentación completa picando AQUÍ.
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